lunes, 25 de marzo de 2013

LAS HORAS


Puntuación: ☆☆☆


La novela combina las historias de tres mujeres distintas que viven en épocas diferentes. Por un lado tenemos a Virginia Woolf y el transcurso de su rutina diaria en la época en la que escribiera su novela La señora Dalloway (allá por 1923). Por otro, tenemos a Clarissa Vaughan, una mujer madura de nuestro siglo a la que su amigo más íntimo llama la señora Dalloway. Y por último está Laura Brown interpretando el papel de esposa tradicional y hogareña, en los años 50.
La novela arranca presentándonos a tres personajes totalmente independientes. Cada una vive en un espacio geográfico distinto, en una época irreconciliable, y sin embargo, se establecen paralelismos entre las tres. El principal hilo que las une es el impacto de la obra La señora Dalloway en sus vidas. De manera distinta, en mayor o menor intensidad, esta obra tiene un hueco en la vida de las tres.
El autor escoge un límite de tiempo muy reducido para reflejar la profundidad e intensidad de toda una vida: un día. La obra transcurre en un solo día en todos los casos. Aún me sorprendo al pensar en su magnífico logro cuando ha sido capaz de revelarnos el sentido de no una, sino de tres vidas enteras, en el periodo de un día de cada una de las protagonistas.
Y ni hablar de su valor a la hora de atreverse a convertirse en el eco de los pensamientos de Virginia Woolf, cosa que hace de manera brillante y creíble. Una tiene la sensación de estar espiando sus secretos, sus miedos, sus ideas, sus deseos e inquietudes...
Tal y como dije, una de las tramas del libro se basa en el tiempo de escritura de La Señora Dalloway. El autor nos retrata el germen de la idea... Un sueño. El cómo un sueño le da el empuje que necesita Virginia para comenzar una nueva novela... Y nos presenta sus fuentes de inspiración, que no son más que la reflexión de elementos corrientes que conforman su vida, de experiencias pequeñas que ella convierte en grandes ideas. A través de la visión de Virginia podemos atisbar la complejidad que puede tener un día normal y corriente... La intensidad con que se puede percibir la rutina. Creo que ese es uno de los aspectos más peculiares y encantadores del libro... La trascendencia de su mensaje no reside en acciones importantes o sucesos extraordinarios. Por el contrario, se esconde en pequeños gestos al alcance de todos nosotros... Y se arropa de pensamientos que rescatan el pasado, ese lugar que existe en la mente de cada uno y al que a todos nos gusta vivir por un momento de vez en cuando... De hecho, creo que el título del libro guarda relación con esto. Es decir, nuestra vida se puede medir de muchas formas, una de ellas: las horas. Las horas, el tiempo; aquello que existió antes de nuestra existencia y que seguirá existiendo cuando ya no estemos. Las horas: aquello que ordena nuestras experiencias. Aquel lienzo en blanco en que invertimos decisiones. Las horas: aquello de lo que todos disponemos... Un trozo de plastilina virgen que cada uno de nosotros podemos transformar. Algunas de esas transformaciones pueden asociarse con obras de arte: aquellos minutos perdidos en el pasado y que un presente insípido se pueden tornar más fascinantes de lo que en realidad eran...
Muchos de los personajes de esta novela encuentran coraje para afrontar su día a día en la promesa caducada del pasado. Especialmente, Clarissa Vaughan. En un solo día dedica múltiples pensamientos a su juventud... Dónde toda senda se abría a sus píes, donde toda oportunidad que deseara podía convertirse en un camino que seguir. Donde experimentó el momento más perfecto de su vida, según reconoce. Y tal y como ella reflexiona, fue el momento perfecto no por lo que ocurrió, sino por la promesa que encarnaba. Al parecer, el momento más delicioso para Clarissa Vaughan es aquel en el que nos encontramos en una encrucijada, sopesando los largos y serpenteantes brazos del futuro. Aquel en que somos jóvenes y el tiempo parece demasiado denso aún como para tener intervalo para sembrar errores en el camino y detenernos a rectificarlos... No da tanto miedo escoger, porque quedan muchas horas por delante, y el tiempo significa nuevos caminos que explorar... Pero según pasan los años, esos caminos se cercan con setos que forman laberintos... Y un buen día las salidas menguan... Y puedes quedarte atrapada en una mala elección, sin saber reconducir tus pasos para salir a campo abierto. Porque ya es demasiado tarde. Demasiadas paredes vegetales te cierran el paso.
En este punto se encuentra la tercera protagonista: Laura Brown. A pesar del afecto que siente por su familia, un esposo e hijo que la aman y necesitan, ella encuentra agotador enfrentarse a esa vida. Siente un vacío en su interior, una agotamiento continuo y que tiene en un equilibrio precario su cordura. Está insatisfecha con lo que la vida ha tenido para ofrecerle; duda de sus elecciones de juventud. Siente que derrocha su paso por el mundo. Es como un espectador sin ninguna implicación emocional de su propia vida. Es infeliz, porque no encuentra la manera de fusionarse con su yo del presente. De alguna manera, tiene un yo fantasioso, uno que no tiene la responsabilidad de una familia, uno atrapado en una hora eterna en la que puede optar por la decisión que más le complazca sin que ningún compromiso emocional la ate a nada... Una yo fantasiosa tan sola como libre... Libre de huir, libre de olvidar, libre de morir.
Y llegamos a uno de los temas más destacables de la novela: el retrato de la muerte, la fascinación por la misma.
La muerte no se presenta como algo a lo que temer, como algo oscuro. Los personajes piensan en ella como en un reposo pacífico, como un remanso de calma donde plantar a sus demonios. Y acuden a su encuentro de buena voluntad. Su vida actual no pone freno a sus deseos e intenciones; las horas que promete el futuro no son lastre suficiente para anclarlos a la vida. El suicidio es un resplandor final que más que cubrirlos con frío los envuelve en un calor de perfección.
Por otro lado, otro tema recurrente es la homosexualidad, la experimentación sexual... Hay un notorio contraste, sobre todo en los casos de la señora Woolf y la señora Brown, en la pulcritud y decencia que exige su época y sus circunstancias vitales y el fuego que se enciende en ellas en respuesta a un contacto inocente, uno que solo un cosquilleo interno y pensamientos ardorosos pueden pervertir.
En el caso de Clarissa, tenemos constancia de un triángulo amoroso. Justamente emplazado en los mejores momentos de su vida... Aunque finalmente vive su bisexualidad en una relación formal con Sally, aún mantiene una estrecha relación con su amigo más íntimo, que es a la misma vez su ex-amante, Richard.
Richard es uno de los personajes más fascinantes. Es mi favorito. Richard es un escritor, especializado en poesía, que está enfermo de sida. La persona que más le atiende y le cuida es Clarissa, que no ha dejado de brindarle su amistad y apoyo durante toda su vida. A pesar del tiempo y de los caminos que han definido sus vidas, Clarissa no puede evitar que una parte de sí misma reviva el pasado, el cual tiene en un pedestal que ningún futuro posible puede igualar. Como elemento más importante de su pasado está Richard, y por consiguiente, tiene a su amigo idealizado ; para ella encarna un lado tan maravilloso como inexplorado de su vida.
Richard es una persona muy inteligente y sensible. Un persona muy especial. Y como tal, es descrito de una manera compleja: lo conocemos a través de los recuerdos de Clarissa, a través del concepto de aquellos que lo conocieron, a través de su pasado y de sus palabras, las cuales muchas veces son desvaríos de una mente enferma. A pesar de que en principio no se nos es presentado como uno de los protagonistas al mismo nivel que las tres mujeres, su carácter carismático y extraño lo hacen sobresalir por propio mérito. Aunque, por si eso no fuera suficiente, su presencia en la historia se subraya argumentalmente, ya que Richard es una especie de clave que sirve para que las tres historias independientes cobren un sentido conjunto y otorguen a la novela una perspectiva múltiple y compleja. A través de Richard podremos juzgar a personajes que ya conocíamos de manera distinta, a una nueva luz... Incluso podemos adoptar sentimientos contradictorios contra algunos personajes con los que habíamos empatizado.
Al fin y al cabo, Cunningham logra que experimentemos la sensación de conocer a alguien íntima y enteramente. Logra suscitar las contradicciones a las que a veces nos someten nuestros amigos... Aquellas veces en las que podemos llegar a odiarlos tanto como los amamos. Porque las personas somos imperfectas.


PUNTOS POSITIVOS:
  • Nos presenta a los personajes de manera natural, buscando nuestra empatía (y encontrándola), pero no obligarnos a serles leales. No deja la reputación de ningún personaje sin mácula; nos los presenta tal cual son, con todas las deformaciones de sus almas, y nos ayuda a adoptar una actitud objetiva hacia ellos. De alguna manera logra a la misma vez imbuirnos en el universo de sus protagonistas pero no nos encarcela a él: somos libres de alejarnos y adoptar una perspectiva menos amistosa.
  • La narrativa es preciosa, sembrada de reflexiones profundas e interesantes no esencialmente atadas a la historia. Una puede encontrarse a sí misma en esos párrafos; es la manera más intensa en que nos atamos a la historia y los devenires de los personajes.
  • La complejidad que se esconde tras la sencillez. Me ha encantado el modo en que Cunningham hace que una acción rutinaria e insípida puede ser motivada por motivos complicados... Como por ejemplo: distraerse de la insatisfacción, plantearse un nuevo reto, marcarse una pequeña victoria que te de entusiasmo para encarar el mañana...
  • El modo en que todas las historias convergen dotando a la novela de una nueva profundidad.
  • El vocabulario tan rico y variado. Realmente he aprendido nuevas palabras con esta lectura.


PUNTOS NO TAN POSTIVOS:
  • Creo que al libro le falta un toque de esperanza. El mensaje final resulta muy deprimente, ya que en realidad no hay un final. Suceden cosas que impactan en la normalidad de la rutina... Pero no traen cambios: los personajes permanecen en su eterna desazón, sin energía ni valor para luchar contra la decepción.
  • Falta fuerza en la mayoría de los personajes. Parecen arrastrados por una corriente de mediocridad donde se dedican a dejarse llevar, sin ser realmente un personaje activo en su propia vida. Algunos están muy acomodados. Creo que por eso me gustaba tanto Richard: aunque era el personaje más inválido de la novela, tenía una fuerza que ni el más saludable podía aspirar a poseer. Aunque estaba enfermo, en cierto modo seguía teniendo dominio sobre su vida... Incluso para escoger su final.


CONCLUSIÓN:
Es una novela indiscutiblemente interesante. La forma de plantear la trama, el propio argumento, la manera de abordar los personajes, éstos mismos... Todo resulta bastante inusual y extraordinario. A diferencia de la mayoría de las novelas, en ésta los personajes no tienen aventuras que vivir. En esta novela, los personajes son el producto de sus experiencias y ya han dejado atrás la capacidad para mutar y renacer con nuevas expectativas y oportunidades.
Altamente recomendable.

Lizzie Villkatt


PUNTUACIÓN:
8


UNAS CITAS...
#1
"¿No era, en realidad, otra presunción poética, la idea que Richard tenía de ella? No había sido una pelea seria ni espectacular, sino tan solo una riña en una esquina -no pensaron, ni siquiera entonces, que se hubiese producido un grave quebranto para su amistad-, y sin embargo, ahora, cuando mira atrás, parece definitivo; parece como el momento en que concluyó un futuro posible y empezó uno nuevo."


#2
"La invade una ola de sentimiento, un oleaje, que le brota por debajo del pecho y la sostiene, la mantiene a flote suavemente, como si fuera una criatura marina recuperada por el agua de la arena donde ha quedado varada; como si hubiera sido devuelta desde un reino de gravedad aplastante a su verdadero hábitat, la succión y la espesura del agua salada, ese esplendor ingrávido."


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