Claire McMillan: descartada. Su apartamento era oscuro y deprimente, se hallaba en una zona infernal y cuando llegué había un yonqui en el portal. Los demás no se quedaban atrás: una pareja que quería alquilar una habitación en su apartamento e insinuó que tenía que aguantar su constante y ruidosa actividad sexual; un pintor de treinta y pocos años con cuatro gatos y el deseo de tener más; una habitación sin ventana ni armario al final de un largo y oscuro pasillo, y un gay de veinte años en plena <<etapa guarra>>, según sus palabras.
El diablo viste de Prada de Lauren Weisberger
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